José de Espronceda

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
José de Espronceda

Importante

Para ver correctamente ésta página, se recomienda Firefox como navegador y una resolución de pantalla de 1024 x 768.

11 de julio de 2007

Por la costa gallega

Desde el 1 al 4 de Julio, estuve pescando por la zona de Coruña-Ferrol con poco éxito. En realidad y por un cúmulo de circunstancias no fuí más que un día a la playa de Doniños, con mi buen amigo Jose Luis, de Perbes. La playa estaba impracticable por la cantidad de algas, así que recogimos temprano, sin conseguir ninguna captura. Después fuí 2 días a boya al obscurecer a Cabo Prioriño, sin mucho éxito tampoco. El primer día, nada más tocar la boya el agua, ferré un perro (sargo negro) muy grande, tanto que me rompió una línea del 0,30 sin que pudiese hacer nada. Estaba calando en una grieta y no me podía permitir darle cuartel. Mala suerte.
A la siguiente varada, pican de nuevo y saqué un precioso sargo de 1 kilo y después nada más. No hubo mas picadas.
Al día siguiente volví al mismo sitio. Al primer lance, saqué un hermoso verdel. Tiro y nada mas caer el cebo al agua, picada. Vuelvo a lanzar y lo mismo. Así 6 o 7 veces. Me las prometía muy felices, pensando que había encontrado un bálamo de verdeles, pero para mi desgracia, solo eran asquerosas bogas. HQJ.
Cambié de lugar y mas bogas. Volví a cambiar a un sitio mas alejado y más de lo mismo, o sea bogas, bogas, bogas.......
Dado el cariño que tengo a tan asquerosillo pez (ni las toco) decidí plegar y retirarme.
Al día siguiente, al regresar hacia Asturias, paré a comer en O Barqueiro y no pude resistirme a bajar al muelle a ver el ambiente. Allí me encontré a un matrimonio madrileño que estaba de vacaciones, echando una caladina. Tenía 3 cañas montadas pero retiradas del agua, dijo que no había peces. Me asomo a la orilla del embarcadero y justo debajo de mi veo un grupo de 10 peces ballesta comiendo tranquilamente. Estuvimos tentándolas un buen rato, sin resultado, aunque comían como lobas, no pudimos ferrar ninguno porque el madrileño usaba anzuelos propios para congrio, o sea, descomunales y no había manera de que les entrase en la boca.
Un experto, el tio, jijijijiji.
Después de comer emprendí viaje de regreso, cargando con un fracaso más, como es habitual en mí.

No hay comentarios: